Como ya habíamos dicho en una entrada anterior, el pan integral es más saciante, ayuda en la digestión, además de favorecer el crecimiento de la microbiota de la flora intestinal y, a diferencia del pan blanco, evita picos de glucemia en la sangre.
Al agregarle queso y espinaca estamos ampliando su valor nutricional y los beneficios a la salud.
Ingredientes:
20 g de levadura fresca
1 taza de agua tibia
¼ taza de azúcar mascabado
2 cucharadas de aceite de canola
1 cucharadita de sal
1 huevo
2 ¼ tazas de harina de trigo integral
1 ¾ tazas de harina para pan
100 g de queso, costeño
1 mazo de espinacas
Añada una cantidad suficiente de los ¾ de taza de harina para pan restante, para hacer una masa suave que pueda amasarse. Coloque la masa en una superficie ligeramente enharinada. Amase durante 20 minutos o hasta que la masa esté suave y elástica. Use el resto de la harina para ir enharinando la mesa, cuando sea necesario. Se deja reposar la masa cubierta hasta que doble su volumen.
Mientras, lavamos bien las hojas de espinaca, las cortamos y llevamos al fuego, en una sartén con una cucharadita de aceite, y rehogamos hasta que suelte toda el agua y pierda volumen.
También rallamos el queso del lado grueso de rallador.
Pasado el tiempo de reposo de la masa, se estira con rodillo y se coloca en el centro una capa de queso y espinacas, se enrolla formando una hogaza.
Colóquelo en el molde engrasado, cubra y deje crecer en un lugar tibio hasta que se duplique su volumen (aproximadamente una hora).
Hornee a 220°C durante 40 – 45 minutos o hasta que la hogaza esté dorada por arriba y suene hueca al darle golpecitos. Deje enfriar.
